HOTP: Kai

Ficha para




Datos:

Nombre actual: Kai

Edad: 206

Edad aparente: 17 años

Altura: 1.68 m

Origen: Reino de Odon

Sexualidad: Nunca ha tenido la oportunidad de probar algo “real” con nadie, así que no podría responder. ((Busca a alguien que lo quiera TT3TT)) [Kai: ¿QUÉ?]

Raza: Vampiro

Categoría: Campesino/Comerciante /dueño de una posada.

Empleo: Dueño de una posada en las afueras del reino, “Srinity”. En dicho lugar, por las noches se le puede encontrar encargándose del bar. Los clientes de aquella posada son en su mayoría viajeros o personas de aparente baja categoría social. Corre el rumor de ser un asesino a sueldo para diferentes nobles o personas de altos cargos en Odon, pero no se le ha inculpado de nada.

Personalidad:

Aunque muestra una sonrisa en su rostro, suele ser serio e incluso pedante con quien dice, no merece su mínima atención. Muestra un rostro relajado y puede fingir estar siempre de un humor espléndido mientras se le ve limpiando copas de vino con un paño limpio, hasta cuando se ve en la necesidad de lanzar hombres ebrios a la nieve pasada la hora de cierre.
Dedicado con todo lo que hace, quizá hasta podría considerarse con un trastorno obsesivo compulsivo. A simple vista puede parecer un chico alegre aunque un tanto sarcástico y cínico, pero si algo en su porte es verdad y no pura farsa es que su personalidad podría competir con la de un chiquillo de la mitad de su edad (aparente). A pesar de que sólo se le ve en las noches, está atento a todo lo que tiene que ver con su “Srinity”. Amable con las damas y con quien considera ‘merezca su amabilidad’. Juguetón, y travieso a pesar de haber vivido cosas demasiado oscuras e inhumanas en muchos sentidos.
No habla de su pasado, y dice no tener interés en formar lazos con nadie. (Renuente a entablar lazos afectivos).

Historia:

Su nombre real… nadie lo sabe. Y no es algo que se gustaría responder jamás. Nacido de la unión de una campesina de Odon y un noble extranjero, por lo que desde pequeño creció con la sombra de ser un “Bastardo”. De niño era en extremo callado y jamás fue apegado a su madre por tenerle cierto rencor debido a su origen y el dolor de no haber tenido nunca un padre, poco sociable con los demás niños de su época y con apenas 7 años comenzó a vagar solo por los bosques ubicados en las fronteras del reino. En su adolescencia fue lo que podríamos calificar como un niño problema, le gustaba meterse en la panadería, en la sastrería, en los corrales y caballerías como simple travesura; nunca aceptó un regaño de su madre, por lo que ella desesperada comenzó a creer que lo que le hacía falta a su hijo era la guía sabia de un padre, alguien con mano dura y que al ser un hombre igual que él, pudiera entenderle de la manera que ella no podía.
Así es que, Meyrelyn, como es que se llamaba su madre. Se casó una tarde con un comerciante del que poco o casi nada de sabe (Kai tendría no más de 14 años en ese entonces). No hay mucho que decir sobre aquel hombre, viudo y con suficiente dinero para vivir de una manera amena; al mes de la precipitada unión, Kai ya tenía su primera riña, desconociendo al hombre y dejando en claro que prefería seguir siendo el bastardo que siempre había sido. Cuando cumplió los 15, Meyrelyn contrajo un virus que atacaba en esos tiempos a las aves, se manifestaba en fiebre hasta el punto de convulsionar y por consiguiente alucinaciones y poca estabilidad. No duró mucho sufriendo por ello, a pocos metros de ello murió dejando a su actual esposo el cuidado de su único hijo. Durante el entierro Kai pareció no haberse presentado, pero estuvo todo el tiempo sobre una rama de un pino enorme, hasta ver como cubrían la simple caja de madera con la tierra del cementerio.
A raíz del deceso de su madre, las cosas en la pequeña cabaña que era su hogar cambiaron drásticamente. Su padrastro y ahora tutor, ya alcohólico desde tiempo atrás, lo usaba no para otra cosa que para golpear, limpiar y “divertirse”. Su principal entretenimiento era contar cuantos golpes podía soportar el chico antes de caer y tener que dejarlo fuera a pasar la noche, como castigo. Pasó más de un año viviendo de esa manera, literalmente como un perro, hasta que su dictador-torturador cayó lo más bajo que cualquier humano, a ese nivel en que el humano deja de serlo para convertirse en no más que una bestia más: violar a otro ser humano. De los detalles, preferiría no tener que tocarlos, pero quizá fue lo más salvaje que Kai ha visto hacer, y lo más doloroso tanto física como psicológicamente… en ese aspecto él quedó jodido. No recuerda ni siquiera cuanto tiempo pasó después de haberse desmallado, pero es seguro que aquel cabroncete no se detuvo por ello; y como muchas más bestias de ese tipo, temeroso de lo que podría pasar después y por haber casi masacrado al chico, encontró una fácil salida a ello: tirarlo en lo más hondo del bosque, como los restos de un conejo después de servir de comida.
A pesar de querer dejarse vencer, fue salvado por un viejo curandero que por esos días pasaba por Odon. Un vampiro. Eismerh, era su nombre. El vampiro sólo curó su cuerpo y no tenía ninguna otra intención con el casi moribundo muchacho, pero al creer no se deshizo de él, al contrario, le enseñó a leer, a apreciar la buena música, sobre poesía y miles de conocimientos que un vampiro maduro puede ofrecer; por primera vez Kai conoció lo que era un padre. El viejo Eismerh estaba más que sorprendido por su historia y decidió llevárlo con él, como ya se ha dicho, se trataba de un curandero nómada, así que durante todo el siguiente año Kai visitó el Reino de Helie y el de Gadea, así como muchos más pueblos perdidos.
Casi a punto de cumplir 18, Kai le pidió a Eismerh que lo “limpiara”, pues el trauma de su violación no había desaparecido ni con el tiempo ni con los estudios. Siempre estaba ahí la vivencia. Quería ser alguien más, olvidarse de quien era, olvidarse de su débil madre y su estúpido tutor. Olvidar el nombre que hasta el momento jamás ha recordado obligándose a sí mismo a hacerlo. El ritual era simple: Ser mordido e inmediatamente después tragar la sangre de su nuevo “padre”. Así lo hizo y de eso hace ya 236 años (no cuenta nunca sus años antes de ser convertido). Se nombró “Kai” y compró una pequeña cabaña que con el pasar de los siglos se transformaría en su querido “Srinity”, comenzaría a atender y vivir de ello. Eismerh seguiría viajando por el mundo, y cada 5 o 6 décadas suele pasarse por Odon, lugar que escogió su hijo para vivir, para saber de él y después de una semana o dos marcharse de nuevo con sus grandes descubrimientos en el campo de la medicina o la astrología. Cabe decir que Kai llegó a emparejarse de jóvenes nobles o doncellas con una alta dote de su parte, obteniendo lo que quería para después desaparecer o hacerlas desaparecer a ellas. Con el paso de los años, los humanos lo olvidaban, por supuesto.

Aunque alguien alguna vez llega a parecerle extraño que los años no parecen dejar huella por el muchacho, nunca se han hecho más que hipótesis, pues lo consideran demasiado extraño y prefieren dejarlo pasar.

Gustos:
- Caminar descalzo (sólo usa zapatos para salir al bosque.)
- El arte (la pintura y la música específicamente.)
- El alcohol. No por nada se encarga personalmente de atender el bar.
- Caminar por los prados congelados después de esconderse el Sol.
- Actuar como un ingenuo muchacho.
- La ropa. Tiene un extenso guarda ropa. Los accesorios también son lo suyo.
- El color verde.
- La sangre humana, la raza más baja para él.
- Los libros de astrología.

Disgustos:
- Los humanos. A pesar de haber sido uno, piensa que son demasiados corrompibles.
- Cuando alguien no usa un portavasos sobre la madera fina de la barra del bar.
- Los insectos.
- La sopa de papas. (Rei: ¿Cómo puedo eso llamarse comida?!)

Datos extra:

- En el sótano del “Srinity” se encuentra su hogar. Literalmente, aparte del ataúd de caoba negra en dónde pasa los días.
- En días de invierno, cuando las nubes impiden la mínima entrada del sol, se dedica a limpiar el techo o las ventanas de la posada.
- Usa gafas no por necesidad si no porque le gusta como se ve con ellas
- Guarda un peluche de conejo desde hace casi dos siglos, pero nadie sabe de dónde lo sacó ni el significado. Suele guardarlo en el ataúd en dónde duerme. (Duerme abrazándolo XD) [Kai: ¡Claro que no!! ¬///¬]
- Nunca ha dado un beso.
- No tiene una foto propia, pero no le es importante, ya que basta con preguntarle a alguna doncella si sigue siendo tan atractivo como siempre. (Amable con las chicas lindas).
- Dirá lo que diga, pero una parte de su interior espera a la persona indicada, aunque tiene rencor a la vida por haberle mandado solo desgracias en su vida humana, aún conserva un positivismo que le dice que la vida no es tan mala y que algún día encontrará con